loader image
Seleccionar página

Qué es y qué no es la pobreza jesuita

Escrito por P. Sean Hagerty SJ

¿Cómo puede un jesuita alegar «pobreza» cuando está bien alimentado, bien educado y tiene fácil acceso a la sanidad?

A menudo, cuando la gente oye la palabra «pobreza» piensa inmediatamente en aquellos que carecen de acceso a las necesidades materiales de la vida, es decir, comida, vivienda, educación, sanidad, etc. ¿Cómo puede un jesuita, o cualquier religioso, afirmar que es «pobre» cuando tiene cubiertas todas sus necesidades básicas? ¿Cómo puede un jesuita afirmar que es «pobre» cuando está bien alimentado, bien educado y tiene fácil acceso a la sanidad? Yo, como sacerdote jesuita, no soy pobre materialmente. No me preocupo por las necesidades básicas para vivir y llamarme «pobre» sería insultar y menospreciar a los que luchan por satisfacer sus necesidades. Sin embargo, estoy llamado a vivir una vida de pobreza.

El verdadero significado del voto de pobreza

La pobreza religiosa, o hacer voto de pobreza, no es lo mismo que vivir en pobreza material. Es un compromiso de vivir una vida que, esperamos, refleje la pobreza de Jesús y conduzca a una mayor libertad. En la vida jesuita, el voto de pobreza se manifiesta de diferentes maneras.

En la práctica, significa que los jesuitas no poseen nada propiamente y dependen de la comunidad para cubrir todas sus necesidades materiales. Aunque muchos jesuitas tienen uso personal de bienes materiales, como ropa, coches o aparatos electrónicos, todo pertenece a la comunidad. A los jesuitas no se les paga, cualquier ingreso que obtengan va a la comunidad para cubrir gastos comunales como comida, vivienda y atención médica. Los jesuitas reciben un estipendio razonable de la comunidad, llamado personalia, para cubrir gastos como el transporte, el teléfono móvil y las comidas ocasionales con amigos.

Hay diferencias

En muchos sentidos, la comunidad establece el nivel de vida de los jesuitas en un lugar determinado. Así, los profesores de una universidad de Estados Unidos vivirán de forma diferente a los de un campo de refugiados en el Líbano. Sus necesidades son distintas: un profesor universitario necesita acceso a material de investigación y al tiempo y espacio necesarios para el trabajo académico.

El jesuita que vive en el campo de refugiados, en cambio, llevará una vida mucho más sencilla. Sin embargo, ambos están llamados a vivir el mismo voto, que les invita a un sentido radical de indiferencia. El jesuita de la universidad y el del campo de refugiados tendrían que estar disponibles para intercambiar sus puestos si surgiera la necesidad. El voto de pobreza no pretende ser un límite estricto a los bienes materiales, per se, sino cambiar la relación que un jesuita tiene con ellos.

La clave para entender

La clave para comprender el voto de pobreza es entenderlo en el contexto de los otros dos votos: castidad y obediencia. El objetivo de la vida consagrada es crecer en santidad imitando a Jesús. Para el jesuita, la vida consagrada significa crecer en disponibilidad, estar dispuesto a servir a la Iglesia dondequiera que sea enviado.

Es una promesa de vivir sencillamente, evitando apegos a cosas que distraerían de su misión o de su relación con Dios. Tomemos, por ejemplo, al gran misionero jesuita Francisco Javier. Aunque se le conoce por su trabajo en Asia, en un principio estaba previsto que se quedara en Roma y ayudara a construir la creciente orden jesuita. Cuando un jesuita que iba a la India cayó enfermo, Javier se ofreció voluntario. En pocos días se despidió, hizo las maletas y embarcó rumbo a la India. Abandonó la comodidad y seguridad de Roma y a sus amigos, sabiendo que el viaje era probablemente sólo de ida. La pobreza de Javier no era de bienes materiales (aunque eso formaría parte de su vida en Asia), sino de poder responder libremente a la invitación de Dios a la misión.​

Este artículo fue originalmente escrito por Sean Hagerty SJ. Traducido con DeepL y revisado manualmente.

Autor

Póngase en contacto

Hablemos de tu vocación

Póngase en contacto

Hablemos de tu vocación