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Cómo ser jesuita y continuar persiguiendo tus sueños

Escrito por P. Robert Murphy SJ

Sueños. ¿Tienes sueños para tu vida? Si es así, estás en buena compañía. San Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús, se pasaba el tiempo soñando con su vida.

Mientras se recuperaba de ser alcanzado por una bala de cañón en la batalla de Pamplona, soñaba con casarse con una princesa y convertirse en oficial del gobierno de España. Pero también soñaba con ser santo y seguir el ejemplo de San Francisco de Asís o Santo Domingo, y servir a Cristo Rey y a la Iglesia Católica. Con el tiempo, llegó a comprender que su vocación era el segundo sueño.

¿Cómo lo discernió?

Empezó a prestar atención a sus deseos, pero no a cualquiera de ellos, sino específicamente a los buenos y santos. Reconoció que esos deseos le proporcionaban una sensación duradera de paz y consuelo. Al identificar esto, llegó a la conclusión de que no sólo eran sus deseos para su vida, sino que también podían ser los deseos de Dios para su vida. Y comprendiendo esto, pudo entender que la llamada de Dios para su vida era servir a la Iglesia y tratar de ser santo.

Lo mismo ocurre ahora, sobre todo para quienes están discerniendo su vocación. Podemos tener diferentes sueños para nuestra vida y, a veces, ciertos deseos pueden parecer en conflicto entre sí. Soñamos con tener una familia, pero también con vivir en comunidad. Deseamos tener una determinada carrera pero también ser religiosos. Al pasar tiempo en oración, particularmente en presencia del Santísimo Sacramento, podemos descubrir que ciertos sueños y deseos nos dan más paz y consuelo que otros. Reconociendo esto, podemos llegar a comprender nuestra verdadera llamada, nuestra vocación.

El verdadero sueño…

Pero puede ser difícil y, por eso, San Ignacio nos anima a hablar con alguien sobre nuestros sueños y deseos, como un amigo, un familiar, un sacerdote o un religioso. Con su ayuda, podemos identificar nuestros deseos más profundos y reconocer nuestro verdadero sueño. Para quienes están discerniendo una llamada al sacerdocio o a la vida religiosa, es esencial tener un director espiritual, que es una persona capacitada para ayudar a las personas a escuchar la voz de Dios en su oración.

Cómo uno consigue su misión

En la Compañía de Jesús, además de tener un director espiritual, cada jesuita tiene un superior mayor llamado Provincial. Su papel es dar al jesuita su misión, su ministerio. Para ello, el provincial escucha al jesuita explicar sus sueños y deseos, así como la forma en que siente que Dios le llama a usar sus dones y capacidades para ejercer su ministerio en la Compañía y servir a la Iglesia. El provincial reflexiona sobre todo esto y examina las necesidades de los diversos ministerios jesuitas e intenta hacer un emparejamiento.

Ahora bien, afortunadamente, los jesuitas tienen una variedad de ministerios y varias maneras de servir dentro de ellos. Esto permite a cada jesuita un cierto grado de libertad para determinar su manera única de ejercer el ministerio. De ahí que haya un dicho que dice que si puedes pensar en un trabajo, es probable que encuentres a un jesuita haciéndolo. ¿Y cómo determinan cada jesuita y sus superiores lo que debe hacer? Bueno, depende de los dones que Dios le haya dado y de las habilidades y capacidades que haya desarrollado a lo largo de los años. Pero, en última instancia, empiezan por sus buenos y santos deseos. Al identificarlos, un hombre puede entender cómo ser jesuita y seguir su sueño. Y a menudo se da cuenta de que es más fácil seguir sus sueños siendo jesuita.

Este artículo fue originalmente escrito por Robert Murphy SJ. Traducido con DeepL y revisado manualmente.

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